Ghosn permanece desde entonces en el Líbano, donde lucha por demostrar que es inocente y víctima de una persecución política orquestada por los directivos de Nissan para evitar sus planes de integración con Renault.
Sobre Ghosn pesa una orden de arresto de la Interpol para su extradición a Japón, pero las autoridades libanesas no la han ejecutado. Pero las personas que le asistieron en su plan han corrido peor suerte.
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