Moon Mark quiere montar carreras de coches eléctricos por control remoto en la luna, y no es una buena idea

Moon Mark quiere montar carreras de coches eléctricos por control remoto en la luna, y no es una buena idea

De un tiempo a esta parte se ha vuelto a desatar un cierto ansia por la exploración lunar. Recientemente la sonda china Chang’e 5 aterrizó en la Luna, tomó muestras de rocas de nuestro satélite y las está trayendo de vuelta tras despegar de nuestro satélite el pasado domingo.

Aprovechando este tirón, una iniciativa se ha propuesto lanzar un programa de carreras sobre la Luna con coches eléctricos no tripulados. Un formato llamado a captar la máxima atención posible, pues los encargados de diseñar, desarrollar y manejar los coches serán estudiantes de secundaria de todo el mundo.

Moon Mark: grandes nombres mediáticos para una carrera cuestionable

Moon Mark 1

El programa Moon Mark es una start-up que está cogiendo cada vez más cuerpo a través de asociaciones con grandes nombres en la industria de la exploración aeroespacial. ¿Su intención? Llevar hasta la luna dos coches eléctricos dirigidos por control remoto desde la Tierra que competirán en una carrera uno contra uno.

Para el desarrollo, fabricación y pilotaje de estos dos vehículos se seleccionará a dos equipos de estudiantes de secundaria de todo el mundo. Serán ocho semanas de retos de clasificación para seis equipos de cinco miembros de los que saldrán dos ganadores.

Cada uno de los equipos tendrá que desarrollar un coche suponemos que sujeto a un reglamento propio, cada uno con un peso de unos 2,5 kg, y controlados casi en tiempo real desde la Tierra a través imágenes, telemetría y señal de control

Para el diseño de los vehículos los equipos seleccionados van a contar con Frank Stephenson, exdiseñador para marcas del calibre de BMW, Ferrari, Maserati o McLaren. Actualmente Stepheson está trabajando en el desarrollo de vehículos autónomos no tripulados, los futuros aerotaxis.

Moon Mark 2

En una iniciativa de esta calibre no podría faltar Elon Musk. El multimillonario impulsor de Tesla estará metido en esta fiesta a través de SpaceX. Su empresa de desarrollo y fabricación de cohetes espaciales podrá a disposición de Moon Mark el cohete SpaceX Falcon 9 para el transporte hasta la luna. El lanzamiento se hará teóricamente en octubre de 2021 desde el Kennedy Space Center.

Aparte de Stepenson y SpaceX, Moon Mark cuenta con Intuitive Machines dentro de sus aliados. La firma es especialista en transportes espaciales y proveerán para el alunizaje uno de sus módulos Nova-C donde irán embarcados los dos coches a radiocontrol. Intuitive Machines también proveerá los sistemas de comunicación para el control de los vehículos.

Otra empresa colaboradora será Lunar Outpost, «líder en la industria aeroespacial y en movilidad lunar» según reza la web de Moon Mark. También dicen que colaborarán con los esquipos de estudiante para adaptar su plataforma de movilidad autónoma, aunque sin definir en qué consiste.

Pinta bonito, ¿verdad? Qué chaval adolescente no querría formar parte de un equipo para competir contra otros de todo el mundo en un evento extraplanetario de repercusión global, captado y retransmitido en exclusiva por Moon Mark. Sería el sueño de cualquier estudiante con pretensiones de influencer. Pues no, no es una buena idea.

Spacex Falcon 9

En realidad hasta ahora lo único que sabemos de Moon Mark es que está juntando gente de renombre para conseguir repercusión, llamar la atención de la mayor cantidad de gente posible y dejar el trabajo de diseñar y pilotar unos coches sobre la superficie lunar en manos de jóvenes en edad escolar.

Bajo esta propuesta competitiva tendríamos en 2021 una competición sobre la superficie del satélite. Una carrera sin garantías de ningún tipo, sin un propósito de desarrollo de I+D real y que sin duda tendría repercusiones sobre la Luna con una erosión absolutamente innecesaria y el más que probable abandono de los vehículos y el resto de la infraestructura sobre nuestro satélite.

Vender la exploración espacial como un negocio lúdico sin mayor interés que el mero espectáculo es un error. Convertir la ciencia en un show está bien si así se consiguen repercusión y fondos (por ejemplo), siempre que se mantengan las prioridades en favor de la investigación y que se haga preservando unos principios éticos.

En cambio, frivolizar con el desarrollo técnico para conseguir un rédito económico no está bien, y menos aún aún si para conseguirlo se utiliza un entorno prácticamente virgen como reclamo y lo deterioramos.

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por
Jesús Martín

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