Probamos el nuevo Citroën C4: un coche diésel, gasolina o eléctrico que lo apuesta todo al confort y a una estética arriesgada

Probamos el nuevo Citroën C4: un coche diésel, gasolina o eléctrico que lo apuesta todo al confort y a una estética arriesgada

El Citroën C4 ha cambiado, ha llegado y, por fin, hemos podido probarlo en una primera toma de contacto. Por fin hemos tenido la posibilidad de probar un coche que se ha transformado para satisfacer las necesidades del mercado pero con una estética arriesgada.

Con unos cambios más que evidentes por fuera, el nuevo C4 se replantea y deja a un lado su faceta de berlina para transformarse en un híbrido entre compacto, SUV y coupé. Un maridaje a la francesa que hemos probado en su versión diésel de 130 CV y también en la nueva variante 100% eléctrica, el ë-C4.

Citroën C4: una nueva apuesta menos turismo y más SUV

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No hay duda: el Citroën C4 es puro diseño Citroën. No se han guardado nada y la firma gala ha vuelto a ejecutar un diseño de cosecha propia, con una estética fácil de diferenciar al primer vistazo. Si el Citroën C4 Cactus ya era un coche con personalidad, el nuevo Citroën C4 le hace parecer uno más. Que te guste más o menos ya es una cuestión subjetiva.

El frontal destaca por las nuevas formas en Y que se fusionan de los grupos ópticos (divididos) con la parrilla y el logotipo de la marca en el centro. Por debajo una pequeña parrilla y, más abajo, una parrilla más grande escoltada por las molduras de los faros antiniebla. Los faros cuentan de serie con tecnología LED.

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Una de las señas de identidad de este nuevo modelo la encontramos en el lateral, donde vemos un techo que empieza a decaer muy pronto y de forma constante hasta terminar en un pequeño alerón que parte la luneta trasera.

Por deajo hay una pieza negra que une los dos grupos ópticos LED y en los que volvemos a encontrar la firma lumínica en forma de Y que ya vimos en el frontal. La zaga se complementa con un nervio que va de lado a lado uniendo las salidas (falsas) de aire y un gran paragolpes protegido con salida de escape doble.

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Y es que el conjunto que ha querido abrazar Citroën en este nuevo modelo es el de los SUV coupé, por mucho que en la marca nos digan que sigue siendo una berlina compacta. Sí que tiene guiños al C4 Coupé y al GS en la caída del techo, pero con 156 mm de altura libre al suelo, diámetro de ruedas de hasta 689 mm y el puesto de conducción situado a 1,22 metros quiere ser más SUV que berlina.

Además todo el contorno del C4 está recorrido por inserciones en plástico negro que realzan esa faceta de SUV. Otros rasgos como la posición elevada en el portón de la matrícula trasera nos hacen pensar más en el mundo de los SUV/todoterreno.

Un interior tan de Citroën como el exterior

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Si por fuera el Citroën C4 es un coche tremendamente personal, en el interior pasa justo lo mismo. En el puesto de conducción tenemos un salpicadero con una parte superior acolchada y texturizada, que se continúa con una segunda moldura en forma de escalera que pasa a ser de plástico duro. Más o menos tenemos el mismo esquema en las puertas, salvo por una inserción tapizada cruzada por una banda de contraste diagonal y aspecto metálico.

El volante es muy Citroën, con un mando no circular, ya que está achatado tanto por la parte superior como la inferior. Es un volante de tres radios que simula ser de dos: los radios horizontales agrupan los mandos para el control de crucero y el sistema de infoentretenimiento mientras que el radio inferior es una pieza ancha y acabada en negro piano que intenta pasar desapercibida.

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Para el cuadro de mandos Citroën se ha pasado a la digitalización, incluyendo una pantalla que brilla, literalmente, porque está retroiluminada. No brilla tanto por lo simple que resulta, con la información justa y necesaria y una resolución no demasiado generosa. Además da la impresión de ser más pequeña porque está encastrada en una pieza negra que nos deja con la sensación de haber podido estar mejor aprovechada.

Sobre el salpicadero se levanta una pantalla táctil digital de pulgadas nueva y que utiliza ahora un software muy similar al que estrenaron tiempo atrás los Peugeot 3008. Su funcionamiento es simple, aunque poco vistoso y no demasiado intuitivo en algunos casos.

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Los mandos de la climatización por su parte se han mantenido con botones físicos con tres ruedas y algunos pulsadores. En caso de equipar calefacción en el volante su botón está totalmente desubicado: en la parte inferior del salpicadero a la izquierda del volante.

El negro piano está muy presente en el interior del Citroën C4, utilizándolo de una forma excesiva. Encontramos este material en el radio inferior del volante (de forma cóncava, además), una especie de repisa bajo la pantalla del salpicadero, la parte frontal de las levas de cambio y, sobre todo, toda la moldura de la consola central.

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Citroën ha buscado el minimalismo en la zona de la palanca de cambios, tenemos una configuración con lo mínimo ya que no tenemos selector de cambio (funciona con botones) ni palanca de freno de mano, así que han aplicado negro piano sobre toda la pieza, incluyendo un hueco en la parte central sin mucho sentido. Un material que se va a envejecer prematuramente y que hace florecer la suciedad por mínima que sea.

La habitabilidad está bastante bien. En las plazas delanteras el C4 se siente un coche amplio y con el añadido de equipar los asientos comfort. Se trata de unas butacas de las que la firma se siente especialmente orgullosa, con un mullido realmente agradable y que sujetan lo justo el cuerpo. Estéticamente pueden gustar más o menos pero nos han parecido unos asientos realmente buenos.

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En la parte trasera hay un espacio razonable. La batalla del C4 crece hasta los 2.670 mm entre ejes gracias al empleo de la nueva plataforma CMP del Grupo PSA, lo que deja un buen espacio para las rodillas en las plazas traseras y una altura correcta, incluso contando con la caída del techo.

En cuanto a espacio de almacenamiento, Citroën apunta que el maletero tiene una capacidad de 380 litros y cuenta con doble fondo, además de sumar otros 39 litros de espacios para guardar objetos en el habitáculo. También puede incluir el smart pad support, un soporte integrado frente al asiento del copiloto para colocar una tablet con la que se pueda entretener sin distraer al conductor.

Confort de «alfombra voladora»

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Viajando a bordo del nuevo Citroën C4 se nota que en la firma de los chevrones han intentado crear un interior en el que sus ocupantes vayan realmente cómodos. Lo primero que nos llama la atención del motor es que pese a ser un propulsor diésel lo sentimos especialmente bien aislado. Los ruidos y traqueteos quedan bien aplacados. Por fuera sí se escucha el motor, pero dentro salvo que lo queramos llevar alto de vueltas no será especialmente sonoro.

En esta versión hemos conducido el motor diésel de 130 CV con 300 Nm de par motor, el denominado BlueHDi 130 S&S EAT8 y que como su nombre indica viene asociado a una transmisión automática de doble embrague de ocho relaciones.

Esta caja de cambios se maneja a través de un selector sin palanca. Para pasar de P a D, N o R moveremos una pequeña leva, y para seleccionar el modo manual o la posición P pulsaremos los botones colocados por delante o por detrás. Es un sistema visualmente limpio pero al que hay que acostumbrarse.

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Su funcionamiento es suave y lineal, con la caja de cambios siempre buscando la zona buena de par, explorando unos bajos y medios agradables y con contundencia suficiente para conducir con solvencia entre el tráfico diario.

Si no vamos buscando prestaciones puras, el C4 diésel de 130 CV es un coche muy agradable, destacando la suavidad de su respuesta. Si queremos conducir rápido, seleccionamos el modo más deportivo (Normal, Sport y Eco) y tiramos de levas nos encontraremos con un coche un tanto desubicado. No está pensado para la conducción animada y se le nota.

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A nivel de chasis esta unidad equipa la suspensión con topes hidráulicos que le confiere un funcionamiento muy suave, que trata de separar el habitáculo de lo que pasa bajo las ruedas y depurando con efectividad los baches. Incluso se muestra más confortable al pasar sobre resaltos de hormigón que un Audi Q5, por ejemplo. Citroën se enorgullece de esa sensación de «alfombra voladora».

Como contrapartida, esta comodidad se traduce en oscilaciones notables de la carrocería al atacar una curva. Las suspensiones son progresivas y el coche se aguanta bien en los virajes, pero después de una transición considerable hasta encontrar el apoyo.

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La dirección por su parte es muy suave y con una notable asistencia eléctrica, y dotada de dureza progresiva. Además también puede equipar asistente de mantenimiento de carril (bastante efectivo, por cierto), y esto nos deja un tacto que ofrece un feedback escaso de lo que ocurre en las ruedas delanteras.

Citroën ë-C4: el tercer eléctrico español de PSA

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Después de haber probado uno de los C4 de combustión, también hemos podido conducir brevemente el nuevo Citroën ë-C4, el primer C4 100% eléctrico y que, al igual que el resto de la gama, se fabrica en la planta madrileña de Villaverde. Es por lo tanto el tercer coche del Grupo PSA que se fabrica en España, después del Opel Corsa-e (Zaragoza) y Peugeot e-208 (Vigo).

A nivel estético apenas hay cambios destacables con respecto a las variantes diésel o gasolina. Sólo podremos diferenciar el ë-C4 de sus primos de combustión por los logotipos específicos, las inserciones en color azul, el azul eléctrico específico de la carrocería y las llantas de diseño más aerodinámico. Las cotas son exactamente las mismas salvo por tener una carrocería 5 mm más baja.

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En el interior pasa un poco lo mismo y más allá de los cambios cromáticos en la decoración y en las pantallas, sólo delatará su naturaleza eléctrica que en lugar de tener un botón M para la caja de cambios en modo manual tenemos un botón B en el selector para activar la regeneración más intensa del motor eléctrico o la ausencia de levas tras el volante.

Por delante del freno de estacionamiento tenemos otro botón que es nuevo con el símbolo de un rayo. Este se destina a un acceso directo que nos mostrará sobre la pantalla central las estadísticas de consumo, el flujo de energía o el estado de carga en caso de tenerlo enchufado.

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A la hora de movernos, el Citroën ë-C4 lo hace en silencio, por supuesto. Es un coche suave en un sentido amplio de la palabra, con un motor que a baja velocidad es una delicia tanto por entrega como por insonorización. Un punto que si ya era bueno antes, ahora se refuerza al no haber un motor térmico metiendo ruido.

Concretamente, el Citroën ë-C4 equipa un motor solo motor eléctrico de 136 CV (100 kW) asociado a una batería de 50 kWh con la que promete sobre el papel una autonomía máxima de 350 km. Es exactamente la misma base motriz utilizada en el Corsa-e y e-208. La diferencia con respecto a aquellos es que el ë-C4 es un coche más grande.

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A nivel dinámico nos ha gustado más que la versión diésel de 130 CV ya que en cualquiera de los modos (Eco, Normal y Sport) el empuje que tenemos disponible es instantáneo, lo que le da un carácter más vivo en todas las circunstancias. No hay una diferencia notable en cuanto a potencia máxima (6 CV más) pero sí en cuanto a la forma súbita de entregarlos.

Por otro lado no nos gustó tanto el comportamiento de los frenos, pues tienen un tacto notablemente más esponjoso y, además, quizá por el incremento de peso o el reparto de la frenada regenerativa, en el primer punto de la deceleración hay un notable cabeceo: hunde el morro.

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Pese a equipar llantas de diseño aerodinámico y ser 5 mm más bajo, en Citroën apuntan a que el coeficiente aerodinámico es exactamente el mismo. Algo que nos hace plantearnos si esos cambios han tenido entonces algún efecto o son meros artificios estéticos.

Al igual que en el resto de la gama tendremos disponibles una nutrida oferta de ayudas a la conducción, incluyendo desde asistente de mantenimiento de carril a control de crucero adaptativo, pasando por asistente de ángulo muerto, asistente de aparcamiento semiautónomo o luces automáticas.

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Por el momento la oferta completa del nuevo Citroën C4 empieza en 20.800 euros para el C4 PureTech 130 S&S Feel y con el C4 BlueHDi 130 S&S EAT8 Shine como variante más cara. De momento no está previsto ningún híbrido enchufable en la gama. Por su parte, los precios del Citroën ë-C4 arrancan en 32.400 euros para el acabado Feel y suben a los 35.100 euros del acabado Shine, con los 33.800 euros del Feel Pack entre medias.

A continuación te dejamos todos los precios y acabados del nuevo Citroën C4:

Motor Combustible Potencia (CV) Par motor (Nm) Precio
C4 Feel PureTech 130 S&S Gasolina 130 230 20.800
C4 Feel Pack PureTech 130 S&S manual Gasolina 130 230 22.200
C4 Feel Pack PureTech 130 S&S automático Gasolina 130 230 23.800
C4 Feel Pack BlueHDi 130 S&S automático Diésel 130 300 25.300
C4 Shine PureTech 130 S&S manual Gasolina 130 230 23.300
C4 Shine PureTech 130 S&S Automático Gasolina 130 230 25.100
C4 Shine BlueHDi 130 S&S automático Diésel 130 300 26.600
ë-C4 Feel Eléctrico 136 260 32.400
ë-C4 Feel Pack Eléctrico 136 260 33.800
ë-C4 Shine Eléctrico 136 260 35.100

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Probamos el nuevo Citroën C4: un coche diésel, gasolina o eléctrico que lo apuesta todo al confort y a una estética arriesgada

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Motorpasión

por
Jesús Martín

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